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La isla de los ciegos al color

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Oliver Sacks siempre se ha sentido atraĂ­do por las islas, esos «experimentos de la naturaleza, lugares benditos y malditos por su singularidad geogrĂĄfica, que albergan formas de vida Ășnicas». En su Ășltima obra, esta fascinaciĂłn le lleva mĂĄs lejos que nunca, a las remotas islas del PacĂ­fico, donde concilia su aficiĂłn a explorar el mundo real con su pasiĂłn por investigar el mundo de la mente. En esta ocasiĂłn abandona transitoriamente a los individuos y con herramientas no sĂłlo de neurĂłlogo sino tambiĂ©n de antropĂłlogo, investiga a grandes grupos de poblaciĂłn que han sido condicionados por un defecto o una deficiencia fĂ­sica.

En Pingelap y Pohnpei, dos diminutas islas de Micronesia, una proporciĂłn muy elevada de la poblaciĂłn es completamente ciega al color. Sacks, acompañado por un oftalmĂłlogo y por un cientĂ­fico noruego que tambiĂ©n ve el mundo en blanco, negro e infinitos grises, visita las islas e investiga la influencia que esta peculiaridad de sus habitantes tiene sobre la vida cotidiana y cĂłmo se refleja en su cultura y sus mitos. En Guam, otra isla del PacĂ­fico, existe una enfermedad neurodegenerativa que ha sido endĂ©mica en los Ășltimos cien años. El lytico-bodig, como la denominan los nativos, se presenta a veces como una parĂĄlisis progresiva, que convierte a quienes la sufren en estatuas humanas; en otras ocasiones sus sĂ­ntomas son parecidos a los del sĂ­ndrome de Parkinson, acompañado de demencia.

A pesar de años de investigaciĂłn, esta enfermedad continĂșa siendo un enigma. Una hipĂłtesis, nunca probada, la atribuye al consumo de harina fabricada con las semillas de la cicadĂĄcea, un ĂĄrbol cuyo origen se remonta a la prehistoria y que siempre ha fascinado a los botĂĄnicos.

Pero La isla de los ciegos al color es mucho mås que la intrigante exploración de dos enigmas médicos; es también la absorbente crónica del viaje por unas islas que siempre se nos han aparecido como remotas y misteriosas, visitadas por Darwin y ocupadas por los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Porque Oliver Sacks es la mejor prueba de que la casi siempre impenetrable división entre las artes y las ciencias podría no existir. Catedråtico de neurología en una de las mejores escuelas de medicina, sus libros muestran un sólido y actualizado conocimiento científico pero también son narraciones apasionantes que atrapan al lector, y son siempre un vehículo para una audaz, original exploración de la condición humana.

«Como escritor de libros de viaje, Sacks estĂĄ en la misma categorĂ­a que Paul Theroux y Bruce Chatwin. Como investigador de los misterios de la mente, es absolutamente Ășnico» (Publishers Weekly).

«Una vez mñas, Sacks navega por los mares mås salvajes y extraños de la experiencia humana» (Christopher Lehmann-Haupt, The New York Times).

«Un libro científico que se puede leer como una fåbula moderna y que nos emociona y conmueve como una novela» (Livia Manera, La Stampa).