Tal como los define el propio San Ignacio de Loyola al comienzo del libro, los Ejercicios espirituales abarcan
«todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espirituales operaciones»
De modo que Ă©sta es una obra de meditaciĂłn y de oraciĂłn donde el fundador de la CompañĂa de JesĂșs, partiendo de su propia experiencia, propone una guĂa espiritual. Durante siglos este es el libro de cabecera de quienes estĂĄn dispuestos a retirarse del mundo durante cuatro semanas para depurar sus almas.
Las meditaciones, contemplaciones y repeticiones realizadas durante los dĂas de retiro ayudan a observar la vida propia con mayor claridad. Conducen al espĂritu y lo orientan hacia un progresivo perfeccionamiento moral.
Los Ejercicios espirituales que San Ignacio de Loyola propone en esta obra deben ser «practicados» mĂĄs que «leĂdos». Se inspiran en obras como La vida de Cristo del cartujo Ludolfo de Sajonia, que contribuyĂł a su conversiĂłn, y La imitaciĂłn de Cristo de Kempis. Sin embargo, van mĂĄs allĂĄ en el hecho de que no requieren una comprensiĂłn literaria. Exigen una entrega corporal y espiritual.
Este es, a su vez, un libro consecuencia de la vida del mismo Loyola. Siendo muy joven, Loyola luchó contra los franceses en el norte de Castilla. Su carrera militar terminó el 20 de mayo de 1521, cuando una bala de cañón le rompió la pierna durante la defensa del castillo de Pamplona de una incursión franco-navarra.
La recuperación de Loyola fue larga y dolorosa y con resultado negativo al haberse soldado mal los huesos. Entonces decidió volver a operarse y soportando dolores terribles. Luego durante su convalecencia también la curación resultó igualmente muy dura. Estos hechos de su vida, alimentaron su conciencia de que el cuerpo humano es también una herramienta para practicar Ejercicios espirituales.